viernes, 9 de marzo de 2012

La muerte no es el final del amor...

Querida mía:
Quiero empezar diciéndote que siempre te ame, tu eres la cosa mas especial que llegó a pasar en mi vida, mi mayor apoyo y motivación, yo se que en muchas ocasiones oculté mis emociones y no te permití ver mi mejor parte ni que tu me mostrarás la tuya, y te pido disculpas, disculpas sinceras desde el fondo de mi corazón, tu nunca estuviste en segundo lugar, yo te amé mas que a cualquier otra cosa en toda mi vida.

Quiero hacer una pequeña remembranza a aquellos lejanos días cuando nos conocimos, tu llevabas puesto ese vestido rojo que a mi me encantaba, aún puedo recordar casi con exactitud cada adorno del salón donde esa noche se realizaba el baile de graduación de nuestra secundaria, puedo recordar cada paso de baile que tu ejecutaste con una torpe perfección al ritmo de la música de Elvis Presley que sonaba con euforia en esa época. Te observé justo al cruzar la puerta de entrada, tu belleza me deslumbró de inmediato, yo nunca en mi vida había hablado con una mujer desconocida sin embargo algo en ti me decía que no debía dejar esa oportunidad, sentía yo que había visto un ángel, me quité mi chamarra de cuero y la dejé en el perchero de la entrada, trate de aplacar mi siempre rebelde pelo, y caminé lentamente hacia la pista de baile, justo al lugar donde te encontrabas tu, me costo trabajo empezar a hablar pero cuando lo logré dije tartamudeando y muy torpemente lo siguiente:
-Yo nunca antes he hecho esto... es que eres muy bella... Tal vez... me encantas... Puede que tu seas el amor de mi vida.... ¿Quisieras bailar?
Esbozaste una enorme sonrisa y extendiste tu mano, estuvimos juntos toda la noche, y a partir de ahí toda una vida, amaba cada cosa de ti, cada día era una nueva oportunidad para conocerte, cada detalle en tu forma de hablar o de moverte para mi era fascinante, y lo siguió siendo durante toda tu vida.

Quiero agradecerte también por todos esos momentos que me diste, recuerdo el día que por primera vez me atreví a robarte un beso, fue ese 23 de Abril de 1957, estábamos en la heladería que se encontraba en la plaza, a 4 cuadras de tu casa, ese día me sentí por primera vez enamorado de algo, tus ojos me iniciaron una puerta abierta, y yo, por primera vez hacia algo de lo que no me arrepentía, crucé esa puerta, mis labios tocaron los tuyos y por un momento, los helados, las personas, las luces y la música no importaron, eramos solo tu y yo, nada mas.

 Recuerdo también con mucha nostalgia el día de nuestra boda, toda la gente a la que en realidad amábamos y apreciábamos estaba ahí, ese día fue en el que oficialmente unimos nuestras vidas para siempre, eramos uno solo, no había nada ni nadie que se atreviera a separarnos, tu insististe en usar esas zapatillas rojas y a mi me encantó la idea, la palabra normalidad nunca entró en nuestro vocabulario y esa noche no fue la excepción, entramos al recinto donde se celebraría la fiesta al ritmo de I Want To Hold Your Hand de Los Beatles con un hermoso arreglo de cuerdas compuesto por nosotros.

La vida siempre nos trató bien, tu me tenias a mi y yo a ti, no nos importó nunca nada mas, peleamos contra todas las adversidades posibles, en las peores crisis estuvimos tomados de la mano, y con todos nuestros esfuerzos logramos tener algo estable, nunca nos dejamos caer el uno al otro.

Algunos años después llego nuestra primera hija, la educamos de la mejor manera posible, siempre fue y como hasta ahora lo es, una excelente niña, la amábamos y con ella descubrimos lo que era en verdad una familia, eramos felices, nunca nos falto nada. Puedo recordar el día en que ella se marchó a la universidad, esa mezcla de emociones que sentíamos los dos de alegría y tristeza al mismo tiempo, lloramos como pocas veces, pero sabíamos que tendría que pasar como nosotros tuvimos que marcharnos lejos de nuestros padres en algún momento.

Querida mía, el peor momento de mi vida fue el día de tu partida, tu estabas recostada en esa cama en nuestra casa en la que habíamos vivido desde hace mas de 40 años, ambos sabíamos que tu salud empeoraba cada día mas, lleve tu comida hasta tu cama, en mi había una gran esperanza de que te repondrías que el medicamento te salvaría, sin embargo no fue así, en tus ojos esa mañana se notaba un aire de tristeza y desesperanza, me senté a tu lado besé tu frente y acaricie tu largo y blanco pelo, tu sonreíste, te dije que iría a recoger a nuestra hija que ese día llegaba a la ciudad de su viaje por Europa, tu me dijiste que le dijera a ella que la amabas con todo tu corazón me pediste que me acercara y al oído me susurraste tu último "Te amo" y de esta manera regalándome tu último suspiro dejaste por fin de sufrir, cerraste los ojos para siempre...

Se que tu ya nunca mas podrás leer estas palabras en este mundo.
Te escribo como una manera de sacar este sentimiento que llevo muy dentro de mi y pretendo que en el lugar en donde estés te lleguen mis palabras.

Te amo y siempre lo haré, nunca hubo nadie mejor para mi que tu, por que la muerte no es el fin del Amor.

Atentamente: Tu fiel y querido esposo

Testimonio de una mente adormilado

*Estas son las cosas que sueño los viernes a la una de la mañana!
-Acercate....
Sonaba en la puerta de entrada un voz mascullante.
-Acercate...
La presión de mi corazón no daba ánimos ni confianza de acceder a las ordenes de la seductiva voz.
Pasan de las 3 de la mañana y yo no he podido ver el resplandeciente cuento que alumbra mis sentidos.
-Acercarte...
Accedí al fin a obedecer a aquel extraño sonido en medio de la madrugada, abrí lentamente la pueta de mi closet dela cual provenía el estremecedor murmullo. Las cosas parecían haber cambiado bastante, en especial por que mi closet no parecia ya aquel espacio reducido de 4x1m que solía ser, no, esto era mucho mas grande, aún adormilado y con poca luz yo podía ver claramente una enorme selva, enormes cerros y fluyentes ríos, todo esto desde la puerta de mi closet. Por extraño que paresca esto no me asusto ni me sorprendió de entrada, el sentimiento de exaltación llego un poco después cuando me di cuenta de que estaba callendo en picada hacia aquel extraño y paralelo mundo.

Al parecer quede inconsciente  durante algunos segundos, cuando abrí los ojos no vi el extenso follaje que yo espera ver, todo lo contrario, ahora yo me encontraba en una ciudad futurista donde todos sus habitantes carecían de rostro e identidad propia, me quede perplejo mirando a los 6 humanoides que me miraban atentos  cada uno de mis movimientos, entonces sentí como unas extrañas y afiladas garras me tomaban por el cuello, se trataba de un tigre, totalmente blanco, un tigre con alas, me deje llevar por el viento y sentí como me soltaba desde una terrible altura, recuerdo la desaparición de ese instante, mi pulso se aceleró aún mas, sentía como mis ojos se desorbitaban, y cuando estuve a punto de tocar el suelo... DESPERTÉ!

sábado, 3 de marzo de 2012

En algún lugar, en Algún momento

 Nadie supo de donde vino en realidad.

Cierto día el la vio tocando la armónica sentada en alguna de las banquetas de este pueblucho donde nuca se hace de día, donde la neblina no te permite ver una brazada mas allá de tu tórax, donde los hombres mas fuertes entraban y salían flaqueados y acabados como ancianos en asilo terminal.

Sin embargo el era un habitante de nacimiento de ese pueblo, ninguno de los males ahí surgidos le afectaba, era inmune a toda enfermedad, era inmune a todo dolor, era inmune incluso a las palabras, no conocía  el dolor hasta el momento en que vio esa cara redonda con los ojos grandes y cafés mas hermosos que había visto en su vida tocando despreocupada y pacíficamente esa pequeña harmónica en Re Mayor, el hombre era torpe y tímido, y nunca había hablado con una dama de manera tan espontánea y repentina, sin embargo ese vestido blanco, esa triste armónica y esos enormes ojos tenían algo totalmente atrayente, fuera de lo común, algo desconocido para el hasta ese momento.

Ella se paseaba en los divanes de su mente, tenia demasiadas cosas en que preocuparse, la harmónica en su boca era simplemente un medio educado de evadir las palabras con los transeuntes, tenia algunos cuantos días en ese pueblucho, no era nacida ahí, sin embargo algo en su pasado la había hecho de igual manera inmune a las enfermedades, al dolor, e incluso a las palabras, ella había notado la presencia de aquel hombre alto, de tez morena, pelo lacio, y que irradiaba formalidad y personalidad en cada uno de sus movimientos, había notado la manera en que el la miraba sin embargo no consideró esto tan importante como para parar su perfecta interpretación de Cannon en Re mayor presentada solo en clave de sol, trató de no pensar en ello y cerrando los ojos trató de concentrarse en su música y en olvidar la imagen de aquel hombre.

 Pasaron algunos pares, decenas o incluso centenas de canciones, ¿Fueron horas? ¿Minutos? ¿Días? lo cierto es que hay nunca transcurría el tiempo, ese lugar era un simple punto en el espacio, sin avance ni retroceso, sin embargo, e incluso con el conocimiento de esto, ella pudo experimentar como el "tiempo" y la "vida" se pararon cuando el se le acercó por primera última y única vez.



Ella aún mantenía los ojos cerrados cuando sintió que alguien tocaba su hombro, volteó un poco molesta al principio, pero cuando sus ojos hicieron contacto con los de aquel hombre su vida se definió en un instante, todo tenia sentido ahora para ella, se habría dado cuenta de que era el cielo sin necesidad de haber estado en el, lo único que necesitaba era que ese hombre la mirase así por el resto de su vida.

No hubo saludo ni palabreo previo, el se acercó y le dijo:

-¿Podrías tocar algo para mi?

Ella aún inmóvil y con la armónica entre las piernas vio ante sus ojos como la voz de aquel hombre salia de su boca y se tornaba en figuras gruesas y abscisas tomo aire y trató de empezar a tocar, sin embargo esa mirada la desconcentraba de una manera que nuca nada lo había hecho antes, al ver la resistencia de ella, el suavemente se acercó y la besó en los labios, ambos se habían buscado toda la vida y se encontraron en un instante y en un lugar perdido en el espacio-tiempo, ella se limitó a cerrar los ojos y con la cabeza baja dijo:

-Está bien.... Tocaré.

Una gran bocanada de aire lleno sus pulmones, y con la harmónica en los labios empezó el recital mas largo e inolvidable de su vida, en los primeros 5 minutos de su interpretación todos los habitantes del lugar habían llegado ya al epicentro de los hechos guiados por la música, a los 10 minutos la mitad del pueblo había caído en un profundo y largo sueño (en algunos casos un sueño eterno)  los mas aguerridos fueron vencidos por Morfeo a los 20 minutos de iniciado el recital, estos  valientes hombres cuentan que a esas alturas la música que sonaba a través de la harmónica desprendía sonidos de muchos otros instrumentos, dicen también que la música se podía ver, en forma de ondas y colores, todas dirigidas hacia aquel extraño hombre, que cabe mencionar nunca durante las 7 semanas y media que duró el recital cerró los ojos.



No fue si no hasta que ella acabó de tocar y la última nota dejo de soplar que ambos se levantaron se vieron por última vez a los ojos dieron media vuelta y separaron sus caminos... Nunca mas se volvieron a ver.

Nadie sabe con certeza que fue de la extraña mujer y el ahora desaparecido habitante del pueblo. Dicen que ambos siguieron con sus vidas, se casaron, y fingían ser felices con sus parejas, sin embargo nunca se pudieron olvidar el uno al otro, y aunque no se puedan ver hacen notar sus presencias el uno al otro, por ejemplo, el cada año recibe un armónica blanca nueva, mientras ella cada aniversario del suceso recibe extrañamente un vestido blanco con destellos musicales, destellos como los que aquel día dieron sentido a sus vidas.